Jueves 07 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa.
Natalia Trzenko
LA NACION
No son modelos de conducta soñados. Sus intenciones son buenas, siempre y cuando coincidan con sus necesidades. Si hace falta mentir para conseguir lo que quieren, mienten. Y engañan y se divierten y tal vez tomen de más y puede que no les vaya bien en el trabajo. O que sean tan ambiciosas que a veces se olviden de que hay otra cosa en la vida más allá de la profesión. Y que cuando compitan entre ellas, lo hagan con una ferocidad que los varones no entienden ni comparten. Son, detalles más detalles menos, las protagonistas de las más recientes comedias norteamericanas. Como Malas enseñanzas, que Sony representa desde hoy en la cartelera local.
Mujeres antes muertas que sencillas y ciertamente muy distintas de esos personajes femeninos, reinas de la queja y el malhumor que Judd Apatow -por citar al director y productor más influyente del humor en Hollywood de los últimos años- suele mostrar.
Parece que alguien allí empezó a prestarle atención a la incomodidad de algunas actrices que veían como dudoso privilegio el ser convocadas para hacer de "la chica" -no de la mujer más allá de la edad de la fémina en cuestión- en las comedias más taquilleras.
La más explícita y pública en sus reclamos fue Katherine Heigl, que luego de participar en Ligeramente embarazada se atrevió a desafiar a los poderosos de la industria que la convirtió en estrella. "Ligeramente embarazada es un film un poco sexista. Retrata a las mujeres como arpías sin humor, mientras que los hombres en el film son amorosos, simpáticos y divertidos. Se me hizo difícil por momentos encarnar ese rol. Estoy interpretando a una perra; ¿por qué tiene que ser tan amargada?", se preguntaba hace un par de años Heigl en un reportaje de la revista Vanity Fair que le valió el desprecio de muchos de sus colegas. Masculinos, claro. Porque las mujeres sólo estaban esperando la oportunidad para redimirse.
La TV, primero
En gran medida, la pantalla chica de los últimos años reconoció la capacidad de las mujeres para interpretar personajes adultos, complejos, contradictorios y hasta zarpados, mucho antes que el cine. En los dramas, grandes actrices como Glenn Close, Kyra Sedgwick y Julianna Margulies no se parecen en nada a las damiselas en apuros de otros tiempos, y gracias a Saturday Night Live, 30 Rock, Parks & Recreation y Chelsea Lately, grandes comediantes tuvieron la oportunidad de demostrar su talento y poder de convocatoria.
Así, Amy Poehler (protagonista de Parks & Recreation), Chelsea Handler (la comediante de E! que ya cuenta con dos programas en la señal, unos cuantos best sellers y millones de dólares) y Tina Fey (escritora de Saturday Night Live y 30 Rock) transformaron su indignación en éxitos y reconocimientos en nuevos programas y muchos libros vendidos en el caso de Chandler y Fey (su autobiografía se mantiene entre los más vendidos en los Estados Unidos desde abril último). Claro que tanto suceso no impide la desconfianza, la preguntita que tanto irrita a Fey y de la que habla al principio de sus maravillosas memorias, Bossypants "¿Te resulta raro ser el jefe?", dice la guionista y actriz que le preguntan desde que se hizo cargo de la creación y producción de 30 Rock y, antes de responder, Fey reflexiona: "Seguro que a Donald Trump no le hacen la misma pregunta".
Tal vez, las ventas millonarias de los libros de Fey y Handler (que hace un culto de su promiscuidad, su gusto por el alcohol y las charlas de alto contenido sexual y a cuyas presentaciones en vivo las mujeres asisten por legión) inspiraron a los productores cinematográficos. O tal vez simplemente hayan hecho bien las cuentas. Las comedias, si llegan a interesar al público, son un gran negocio. En términos relativos y para los costos hollywoodenses son baratas de hacer y, por ende, hasta una taquilla moderada es considerada exitosa para el género (ver aparte). Que para darles lugar a las mujeres decidió abandonar viejos modelos, más acordes con la década del cincuenta que con el nuevo milenio, y se la jugó por las chicas malas. Y hasta les permitió ser bellas y muy conscientes de ello.
Cameron, a todo motor
Las prioridades de Elizabeth están un poco torcidas. Ella lo sabe pero no le importa. Las drogas, el alcohol y la buena ropa cuestan caro y la rubia patilarga está acostumbrada a conseguir la trifecta con su mejor -y aparentemente única- arma: el sexo. Para mejorar los beneficios que ofrece el paquete de rubia despampanante que interpreta Cameron Diaz en Malas enseñanzas, a su personaje se le ocurre una solución infalible e inflable: aumentar el tamaño de sus pechos. Aunque la trama no suene demasiado feminista ni parezca un avance respecto de aquellas protagonizadas por los fumones simpáticos y perdedores de Virgen a los cuarenta, Supercool, ¿Qué pasó ayer? o Piña Express, en algún sentido lo es. Porque aunque la película la muestra en todo su ruinoso esplendor, Diaz y su personaje nunca piden disculpas por ser como son. Es más: parecen disfrutarlo bastante a pesar de algunos resultados adversos.
Algo similar sucedía en Se dice de mí, la pequeña gran comedia protagonizada por Emma Stone que en la Argentina se estrenó directamente en DVD. Allí, la joven comediante interpreta a Olive, una estudiante de secundaria que pasa del ostracismo a la popularidad cuando se da cuenta de que mentir sobre sus aventuras sexuales y vestirse provocativamente es más divertido que estudiar.
Librepensadora y bastante más madura que las alumnas de secundario que el cine suele mostrar, Olive elige convertirse en un objeto sexual pero en sus divertidos términos. Algo similar a lo que hacía Natalie Portman en la comedia romántica Amigos con derechos. Muchos aseguraban que la película de Ivan Reitman funcionaba como una inversión de roles donde Portman hacía del "varón" porque proponía y defendía el sexo sin romance frente al enamoramiento del personaje de Ashton Kutcher, sin entender lo machista de su análisis.
Probablemente sean los mismos que cuando se estrene -el próximo 25 de agosto- Quiero matar a mi jefe digan algo similar del personaje de Jennifer Aniston. En la comedia que protagonizan Jason Bateman, Jason Sudeikis y Charlie Day, la ex Friends deja para siempre la imagen de chica buena y de su casa para interpretar a una dentista que es capaz de cualquier cosa por conseguir la atención -íntima- de su asistente (Day). La película se encarga de castigarla pero no mucho más, o de manera muy diferente, al resto de los otros espantosos jefes que inspiran en sus empleados muy concretas y liberadoras fantasías de homicidio.
Si las comedias protagonizadas por mujeres que no pierden su tiempo suspirando por el hombre de sus sueños, sino que pierden el sueño por estar con el hombre que les interesa en el momento tienen una representante digna de laureles se trata de Bridesmaids (una traducción posible es "madrinas" pero más bien se trata del cortejo de amigas que una novia elige para que la ayuden a organizar su boda), que se estrenará en septiembre. Escrita y protagonizada por Kristen Wiig, integrante actual del elenco de Saturday Night Live, la película se transformó en el fenómeno inesperado del verano de los Estados Unidos del mismo modo que hace unos años lo fue El diablo viste a la moda (ver aparte). Claro que aquella, entre la actuación de Meryl Streep y el atractivo de explorar el mundo de la moda tenía más argumentos de venta que este relato que es sencillamente la historia de amor y humor entre dos amigas en momentos muy distintos de su vida. Producida por Apatow, que confirmó con este film su olfato para encontrar protagonistas e historias graciosas donde otros ven proyectos llenos de poco atractivos perdedores, la película retrata una colección de mujeres tan distintas como cómicas y realistas. Por un lado está la novia -interpretada por la talentosa Maya Rudolph-, que se entusiasma demasiado con la idea de tener un casamiento a todo lujo, y por el otro su mejor amiga (Wiig) que se alegra por ella tanto como le envidia el momento que está pasando.
Entre ellas, las cuatro damas de honor que se embarcan en una aventura que incluye dudosos restaurantes brasileños, vaporosos vestidos y muchísimas peleas que cualquier espectadora-más allá de algunas licencias muy poco poéticas- podrá reconocer. Unos encontronazos entre las amigas, las mujeres, más imperfectas, inseguras, envidiosas, cínicas y mordaces que el cine de Hollywood se atrevió a mostrar.
Chicas malas, mujeres graciosas que de a poco van logrando el objetivo: ser las que ríen último y cada vez mejor.
MUÑECAS BRAVAS
Chelsea Handler
Empezó como comediante stand up, consiguió su propio ciclo en E! y vende libros a montones, en los que escribe sobre su afición por el vodka y las aventuras de una noche. Uno de sus best sellers fue convertido en sitcom.
Natalie Portman
En Amigos con derechos, la ganadora del Oscar interpreta a una estudiante de medicina que está más interesada en su carrera que en tener una relación amorosa. Puesta a elegir, prefiere el sexo al amor y no le da vergüenza decirlo.
Meryl Streep
Supuestamente inspirada en Anna Wintour, la editora en jefe de Vogue , Meryl Streep interpretó a la temible Miranda Priestly en El diablo viste a la moda. Un éxito sorprendente que rejuveneció la carrera de la extraordinaria actriz.
Emma Stone
De objeto de deseo nerd en Supercool a desprejuiciada estudiante en Se dice de mí . Allí, interpretó a Olive, una chica que se juega su reputación al inventarse una historia de promiscuidad e irresponsabilidad.
LAS DAMAS DE HONOR MAS POPULARES
La película Bridesmaids acaba de convertirse en la comedia adulta (equivalente a nuestro "apto para mayores de 16 años") más exitosa de su país, sobrepasando a la campeona anterior, Sex and the City, al recaudar más de 150 millones de dólares en la taquilla. Es, extrañamente, también el film más exitoso de Judd Apatow, el director y guionista celebrado por sus comedias cáusticas y escatológicas -y no pocos dicen misóginas- como la citada Ligeramente embarazada. En Bridesmaids es productor de la comedia escrita por su protagonista, Kristen Wiig, de SNL.
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