miércoles, 16 de marzo de 2011

Diferencias entre la buena cobarde y la bruja audaz


A las mujeres nos inculcaron que está bien que un hombre sea agresivo, vaya al frente y se salga con la suya… y que no está bien que una mujer sea así. Por lo cual, a una mujer le cuesta el doble de trabajo ser decidida y asertiva. Casi le molesta hacer lo que quiere, vive sus gustos con culpa y teme quedar mal con gente adulta que ya tiene edad de defenderse sola si molestamos en algo.
¿Quién dijo que es fácil ser bruja? Requiere entrenamiento diario de convencerte de que tienes derecho a ser feliz.
A la chica buena le da pánico quedar mal y está siempre pendiente de lo que piensan de ella. A la chica mala no le importa más que su propia opinión. Pide lo que necesita. Reparte tareas y jamás siente que pierde el tiempo cuando está disfrutando. Es independiente, hábil, la pasa bien consigo misma, no le teme a la soledad, no le teme al qué dirán ni a demostrar que es fuerte. Elige a sus compañías y descarta a quienes se interponen en su camino.
La chica mala hace que las cosas sucedan. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Ella tiene sus propias reglas, lo hace a su modo y no pide permiso.
Es cariñosa y cortés, pero no es dependiente. Dirige su propia vida y no tiene nada que reprochar a los demás porque quien decide es ella. Y estimula a los otros con su ejemplo. No deja que nadie decida sobre lo que tiene que hacer con su vida. No le tiene miedo a los cambios.
En suma, una chica mala… ¡es la heroína de su historia, una mujer libre que disfruta la vida a pleno!
La chica buena es suave, dulce y dócil, jamás discute y no protesta, se entrega a su familia con paciencia infinita y total renuncia a sí misma.
Ejem… ¿eso es ser buena, o es ser una planta decorativa?
Si una mujer es rebelde, tiene confianza en sí misma, le da órdenes a los demás y busca divertirse a su modo, dicen que es una bruja, que es mala…Entonces, ¡está buenísimo ser mala!
Porque mala es lo que puedes ser cuando sacas lo mejor de ti misma, cuando por fin te valoras y haces respetar.
Por eso, imagínate que si ser mujer es tener una sensibilidad y una capacidad fuera de serie, ser una mujer mala es potenciar tu poder al infinito.
¿Por qué crees que en la antigüedad quemaban en la hoguera a tantas mujeres? Porque eran chicas desobedientes y valientes, que hacían lo que querían. A esas mujeres se las llamó “brujas”. Creo que ya es hora de dar un buen motivo para que nos digan “brujas”… y seamos brujas de verdad, sabias hechiceras que hacen artilugios para convertir sus vidas abnegadas en aventuras fascinantes donde sólo mandas tú.

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