miércoles, 23 de marzo de 2011

Una psicoanalista que aplaude a las malas


Mala, mala eres
Adriana Guraieb
Para LA NACION
Martes 08 de febrero de 2011 | Publicado en edición impresa

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La mujer mala, también llamada mujer fatal o villana, es una tipología femenina de todos los tiempos, que se caracteriza por el enorme y maligno poder que posee en su sexualidad para salirse con la suya, para atrapar a la víctima.
Personalidades inescrupulosas, desafiantes, con una visible autoestima bien plantada, con refinamiento en sus mecanismos de odio y de venganza, según el caso que se trate; o sea, una mujer peligrosa tanto para hombres como para mujeres.
¿Cuán verdadero es esto? Pues si aceptamos que pueden ser tan poderosas estaríamos partiendo de la base de que los hombres son seres simples, básicos, con profunda vocación de "dejarse atrapar" y, por supuesto -siempre, y a diferencia de ellas-, son seres buenos y víctima. ¿Es tan así? Pienso que no, y por varias razones.
La fascinación que ejercen estas mujeres, que podemos definir como la facultad de influir o dominar a otras personas, se debe en gran parte a que dicen y hacen cosas que la mayoría no se atreve, no se permite o no puede. Ese Mr. Hyde que muchos llevamos dentro, ellas lo sacan, lo despliegan, lo muestran y lo disfrutan, por ello nos atrae tanto la personalidad de estas mujeres dotadas de un raro talento para la manipulación y para el mal, entendiendo por mal la ausencia de bondad, la tendencia a ocasionar daño.

Por otra parte, los atributos negativos que se les adjudica a estas mujeres son fruto de una mirada cultural masculina, pues no se tolera que rompan los estereotipos rígidos de lo que se deber ser, tener y hacer para que digan "es una buena mujer". Eso las tiene sin cuidado a ellas, pues se sienten y se saben poderosas, seducen a la par de los hombres y no manifiestan ni culpa ni temor, pues rompen con los mandatos culturales, los transgreden, desobedecen. Los hombres, ante ellas, sienten profunda atracción, desafío por conquistarlas, vanidades encendidas por poseer a la bella, por acceder al misterio de quien puede pasear de cama en cama, pero no entregarse.
Muchas mujeres se sienten representadas en ellas en sus fantasías más inconscientes, con la diferencia de que unas las actúan, y la mayoría sólo las piensan y las desean. Y otras están atemorizadas de perder a su pareja, por "caer" en las redes de la mala.
Desde el punto de vista de la no igualdad de los géneros, podemos decir que elementos tales como la aspiración al poder, las libertades sexuales o la audacia, características atribuidas hasta ahora al varón, verdaderos emblemas honorarios, se transforman en la mujer en un estigma, una marca socialmente indeseada, y se habla de ellas como de ¡la perdición!
Baste recordar a Eva que "tentó" a Adán con una manzana y ello significó la expulsión del Paraíso.

La autora es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina

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