miércoles, 16 de marzo de 2011

Los cuentos de hadas nos entrenaron para sufrir


Desde niñas a las mujeres nos vienen entrenando para la pusilanimidad y para que le temamos a la independencia, a través de los nada inocentes cuentos para niños replicados en películas de Walt Disney.
En todos ellos, las heroínas son siempre terribles tontas que se meten en la cama con un lobo feroz, confundiéndolo con su inocente abuelita, como hace Caperucita Roja. O son castigadas con un sueño eterno por desobedecer, como la Bella Durmiente. O se someten al maltrato de sus hermanastras hasta que un príncipe fetichista de los pies pequeños la rescata, como le sucede a Cenicienta. O se escapa de la madrastra buscando protección siendo la criada no de un sólo enano que la explota…¡sino de siete!, como Blancanieves, que además es tan tonta que le abre la puerta a cualquiera, come la manzana que le da una bruja, se duerme y es “despertada” por el primero que pasa y le da un beso.
¿Que aprendimos de todo eso?
Que la trasgresión femenina se castiga duramente.
Que si eres buena, te sometes y te duermes, puedes tener la suerte de ser rescatada por el primero que pase.
Que si llevas una vida de sacrificios…eso te hace una chica buena, te convierte en “princesa” y te hace famosa entre todos los niños del planeta.
Es decir que la que no hace eso, la que es disconforme, que no se resigna a un destino de sirvienta, que no se somete, que no espera que le den permiso, que se anima a salir de su zona de comodidad y vive su vida a pleno…es una terrible maleducada.
Si analizamos los cuentos de hadas, tendríamos que evaluar si conviene ser la princesa sufrida, rescatada por un príncipe…o si más vale rescatarte a tí misma antes que te duermas en el palacio, siete enanos te esclavicen y un lobo te trague entera.
¿Todavía piensas que es mejor ser una princesita sometida, que ser una bruja poderosa? Mira que en los cuentos de hadas, la única que se ríe todo el tiempo es la bruja…

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